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18/12/2024

Los ingenieros del caos: como capitalizar la ira social.

Una reseña del libro del momento por el politólogo Nahuel Baridón.

Por Nahuel Baridón (*)

Los ingenieros del caos es un ensayo de Giuliano Da Empoli, autor de origen francés, que analiza el uso de los algoritmos de las redes sociales por parte de consultores y asesores, como también de científicos y expertos en BIG Data vinculados a lideres de extrema derecha que el autor denomina nacionalpopulistas. La edición original en francés es del año 2019 y la traducción al español es del 2020.

El autor retrata el modus operandi de lo que él llama los ingenieros del caos y para eso desmenuza con lucidez e información exhaustiva las experiencias de esta nueva ola global de movimientos y lideres de derecha.

El libro cuenta con una introducción en la que de alguna manera adelanta el marco conceptual con el cual va a analizar cada uno de los ejemplos que elige: el fenómeno del Brexit, de Donald Trump, el Movimiento de 5 estrellas en Italia y el de Viktor Orban en Hungría.

Se trata un libro que ha tenido una enorme circulación en el mundo de la política, desde dirigentes, asesores y consultores, hasta periodistas. Según se dice es uno de los libros de cabecera del principal asesor presidencial, Santiago Caputo, “el mago del kremlin” como lo apodó el prestigioso periodista de La Nación, Carlos Pagni, justamente por otro libro de Da Empoli, una novela que narra las peripecias de un productor teatral devenido asesor estrella de Vladimir Putin. Tanto en El mago del Kremlin como en Los ingenieros del caos el autor indaga en la relación entre la política y las emociones humanas, entre la exaltación de la ira y su capitalización en la era de la política digital.

Adentrándonos en la trama del libro, la primera observación que a uno le surge es la enorme similitud en la estrategia de la maquinaria comunicacional de Javier Milei y LLA con las experiencias que analiza Da Empoli. La saturación diaria y permanente de la opinión pública con temas polémicos que generen indignación y conversación publica, es quizá, la más importante. En efecto, al leer el libro uno puede darse cuenta rápidamente de la falta de originalidad del fenómeno libertario, al menos en este aspecto central. El siguiente párrafo deja clara esta idea: “En el mundo de Donald Trump de Boris Johnson y de Jaime Bolsonaro cada día lleva su desatino su controversia su golpe de efecto a que apenas hemos tenido tiempo para comentar un evento cuando otro lo ha eclipsado ya en una espiral infinita que cataliza la tensión y satura la escena mediática frente a este espectáculo”.

Desde el punto de vista de la opinión pública, el último debate presidencial en la Argentina dejó como claro ganador al candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa. Evaluaron para llegar a ese veredicto su solvencia y desenvoltura, el conocimiento de los temas, su actitud propositiva y cierta soberbia a dirigirse a sus oponentes. Sin embargo, ese cumulo de periodistas, analistas y presentadores que moldean el mundo de los medios de comunicación, no advirtieron el efecto del debate en los seguidores de Milei y la relación con un fenómeno propio de la nueva sensibilidad social marcada por la anti política, donde la experiencia paso a ser un disvalor de los dirigentes políticos. Da Empoli lo plantea en estos términos: “los defectos de los líderes populistas se transforman a ojos de sus electores en cualidades. Su inexperiencia sería la prueba de que no pertenecen al círculo corrupto de las élites y su inexperiencia se percibe como garantía de autenticidad, las tensiones que se producen a nivel internacional se tiene un ejemplo de su independencia y las fake news que nutren su propaganda el símbolo de su libertad de espíritu”. Milei es autentico a los ojos de sus devotos seguidores.

El libro cuenta la historia de ideólogos y cada vez más de científicos y expertos en big data sin los cuales los líderes populistas nunca habrían alcanzado el poder. Un experto en marketing italiano que comprendió a principio de la década del 2000 que internet revolucionaría la política a sabiendas de que la ira no estaba todavía lista para un partido puramente digital. Así, de este modo Gianroberto Casaleggio enrolará a un humorista, Beppe Grillo, para convertirlo en el primer avatar de carne y hueso de un partido-algoritmo, el Movimiento 5 Estrellas asentado enteramente sobre la recopilación de datos de los electores y la satisfacción de sus demandas ajeno a todo sostén ideológico. Casi como si una inteligencia de datos al estilo de Cambridge analítica hubiera tomado directamente el poder y elegido su propio candidato. También cuenta la historia de Dominic Cumming, el director de la campaña del Brexit quien había afirmado “si quiere progresar en política no contrate comunicadores sino más bien físicos” y como gracias al trabajo de un equipo de científicos pudo embaucar a millones de votantes indecisos de cuya existencia sus adversarios no tenían siquiera sospecha, gracias al envío de mensajes oportunos en el momento más oportuno para convertirlos a la causa del Brexit. Es la historia de Steve Bannon, hombre fuerte del populismo estadounidense que tras conducir a Donald Trump a la victoria trabaja para la construcción de una internacional populista para combatir lo que él llama el Partido de Davos de las élites globales. También es la historia de Milo Yanopoulus, el bloguero inglés a través del cual la transgresión ha cambiado de bando. Como analiza el autor “si en la década de 1960 los gestos de provocación de los manifestantes se proponía movilizar la moral común y romper los tabúes de una sociedad conservadora, hoy los nacional populistas adoptan un estilo transgresor en sentido opuesto, romper los códigos de la izquierda y de la corrección política se ha convertido en la primera consigna de su comunicación”. También cuenta la historia de Arthur Finkelstein un homosexual judío de Nueva York que se convirtió en el asesor más eficaz de Victor Orbán, abanderado de la Europa reaccionaria comprometido en una lucha sin tregua en la defensa de los valores tradicionales. Según el libro estos ingenieros del caos están reinventando una propaganda adaptada a la era de las selfies y de las redes sociales y al hacerlo “están transformando la naturaleza misma del juego democrático, su acción es la traducción política de Facebook y Google, naturalmente populista porque al igual que las redes sociales no tolera ningún tipo de intermediación y usa con todo el mundo la misma vara de medir con un solo parámetro de juicio: los me gusta.”  Y una idea muy interesante: la jugada no consiste ya en unir a la gente en torno a un mínimo común denominador sino, en cambio, inflamar las pasiones del mayor número posible de grupúsculos y sumarlas a continuación incluso, sin que estos lo sepan, para conquistar una mayoría. La idea ya no es converger hacia el centro si no aglutinarse en los extremos.

Como decíamos al principio, el libro plantea una especie de modus operandi. Al azuzar la ira de cada grupúsculo sin preocuparse por la coherencia del conjunto el algoritmo de los ingenieros del caos diluye las viejas barreras ideológicas y rearticula el conflicto político sobre la base de una oposición maniquea entre el pueblo y la elite.

En el caso del Brexit así como en el de Trump y en el de Italia, el éxito de los nacional-populistas (así los cataloga el autor) se mide por su capacidad de hacer saltar por los aires la división izquierda derecha y captar votos de todos los enojados no solo de los fascistas o los que se ubican en el extremo derecho del espectro ideológico.

Noticias falsas y fidelización

Tras el aparente disparate de las noticias falsas y las teorías conspirativas se oculta una lógica muy sólida desde el punto de vista de los líderes populistas. Los hechos alternativos no son solo un mero instrumento propagandístico; a diferencia de la información fehaciente, son un formidable factor de cohesión: “en muchos sentidos los exabruptos y las noticias falsas son un instrumento organizativo más eficaz que la verdad. Cualquiera puede creerse la verdad mientras que creer en lo absurdo es una auténtica muestra de lealtad y quien tiene un uniforme tiene un ejército.”

De este modo, el líder de un movimiento que integra noticias falsas para construir su propia visión del mundo se desmarca del común de los mortales y ya no se trata de un burócrata pragmático y fatalista como los demás, sino de un hombre de acción que construye su propia realidad para satisfacer las expectativas de sus acólitos.

En este sentido, el mérito del libro al analizar esta nueva ola de derecha es la necesidad de salir de la pereza interpretativa para entenderla y no limitarse simplemente a condenarla. Los crecientes indicies de irritabilidad de algunos sectores de la clase trabajadora producto de problemas sociales y económicos reales y una maquinaria de comunicación imponente originalmente concebida con fines comerciales se ha ido convirtiendo en el principal instrumento de quienes quieren multiplicar el caos.

Esta reflexión es interesante para pensar el caso argentino, en la medida que el éxito de Milei no se lo puede reducir a una cuestión meramente comunicacional. Sin el caldo cultivo que combina explosivamente frustraciones acumuladas, altos niveles de inflación e incesantes denuncias de corrupción, por más buena estrategia de comunicación, Milei no hubiera llegado al gobierno. En este sentido, no se puede negar la importancia de las causas reales del descontento que tiene que ver con la frustración generada respecto de los gobiernos precedentes de Macri y Alberto Fernandez. Sin esta realidad previa, los ingenieros del caos no hubieran tenido éxito. En todo caso, su merito es el de haber sido capaces de instrumentalizar antes que nadie los signos de la transformación en curso para pasar de los márgenes al centro del sistema.

(*) Politólogo por la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos

Entre Ríos Diario