ER Diario
28/03/2020

El impacto del virus en la economía

Un repaso por los distintos sectores y sus particularidades. En qué piensan los gobiernos.

Por Exequiel Flesler

La crisis del coronavirus golpea fuerte la economía del mundo y, en consecuencia, la de nuestro país y de nuestra provincia. La globalización, que no es nueva ni tampoco mala en si propia, nos expone casi inmediatamente a lo que sucede en el punto más lejano de nuestro planeta. Así como el nuevo virus necesitó apenas semanas para inundar cada uno de los países, el impacto destructivo en la economía también pega con la fuerza y la rapidez de un tsunami. Golpea y, cuando se retire, si se retira, dejará tierra arrasada.

La tarea de los gobernantes, en todos los niveles, es contener a la mayor cantidad de sectores para que, llegado el momento, todo comience a andar. Con tropezones, magullados, rotos pero que al menos haya un resto para empezar y se vea una luz del otro lado del túnel. Pero que esta vez esa luz no se la de un tren que nos impacta.

Postergar el cobro de impuestos, eximir algunos meses (borrándolos del calendario), acordar qué y cómo pagar más adelante. Estas opciones y otras forman parte de las especulaciones en los laboratorios en cada uno de los niveles del Estado.

“Hay que ser quirúrgicos”, comenta un encumbrado funcionario. “Mirá -ejemplifica-: no tiene sentido eximir a supermercados o a farmacias, que vendieron una locura. O a cadenas de valor como la de la carne aviar”.

Estos debates se dan en torno de a quién ayudar primero. “Ser quirúrgico”, ahora que las únicas metáforas que parecen validas son las de la medicina o la de la guerra, revela también una realidad: no hay plata para todos. A pesar de que en este momento la primera preocupación no es el efecto inflacionario que pueda generar “la maquinita” para financiar la expansión del gasto que demandan las medidas paliativas de la coronacrisis, se sabe que en algún momento habrá consecuencias. De todos modos, la inflación es casi una constante en nuestro país. Si va acompañada de un relativo crecimiento tampoco asusta tanto.

Además del Banco Central (“la maquinita”, como decían nuestros abuelos), los que van a tener que ponerla son los bancos comerciales públicos y privados. Siendo casi los únicos grandes ganadores de las últimas Administraciones, no tienen mucho margen para quejarse por los créditos al 24% para que las PyMEs paguen salarios.

Se atienden todas las variables. Una de ellas, hoy en el segundo plano de las noticias, es la renegociación de la deuda con los acreedores privados. Esto, que parece lejano, “impacta de lleno con la posibilidad o no de esterilizar el circulante que se agregue al mercado local”, lee un analista que juega en la línea que une al sector privado con el público.

Ahora bien, está claro que hay algunos peor que otros. Los que están peor fueron los primeros que se atendieron. Bonos de tres mil pesos para jubilados y pensionados y beneficiarios de asignaciones, diez mil para monotributistas de las escalas más bajas. En fin, acciones de gobierno para lo urgente.

Pero a lo urgente se suman, día a día, otros sectores. Los trabajadores informales, entre los que podamos contar desde cortadores de pasto, albañiles o panaderos ambulantes, ya no tienen un peso en el bolsillo. Los últimos se los gastaron en la estampida a las góndolas de la semana en que comenzó la cuarentena. Muchos de los que forman parte de la economía informal o “economía popular” son pequeños emprendedores que comenzaron a trabajar de la mano de las organizaciones sociales que crecieron de la mano del Papa Francisco. “Hoy están volviendo a pedir comida a los locales de las organizaciones. Significa un retroceso”, nos cuenta un referente de una de estos movimientos que trajina su teléfono para que desde Provincia y los municipios los auxilien con alimentos.

La cadena del valor del turismo, que abarca a distintos sub-sectores, es otra de las que está al borde de la bancarrota. Las agencias de turismo están a la espera de alguna ayuda, pues comenzaron a sentir el efecto cuando el virus atacaba Asia y Europa y ahora saben que el desastre va a perdurar aún hasta mucho después de que pase este desastre.

El turismo interno está también afectado y no se sabe cuándo se va a reanudar la actividad. En Entre Ríos, los complejos termales habían suspendido su actividad aún antes de la cuarentena obligatoria. Entienden el riesgo sanitario y comprenden y comparten la necesidad de proteger primero la salud pero alertan sobre lo pertinente de auxilios fiscales y crediticios al sector.

A la gastronomía, que si bien tuvo un verano de aceptable a bueno, este evento le pega de lleno. Los primeros días intentaron salvar el momento con deliverys pero hoy muchos decidieron cerrar sus cocinas. “Por diez hamburguesas que vendamos no vale la pena hacer venir a la gente, aparte gastamos más”, cuenta el dueño de un pub que venía en crecimiento y hoy no sabe que será del emprendimiento. Las ventas por envío representan del 7% al 10% en los mejores casos. Saben, además, que el público no volverá hasta mucho después de una eventual normalización de la vida. Serán varios meses, ¿cinco o seis?, en donde no les permitirán llenar un salón.

Distinto es el caso de los emprendimientos en donde la mayoría de las  ventas son por delivery, las clásicas rotiserías y sus variantes más modernas. De todos modos, inclusive aquí hubo un retroceso en las ventas. Se dio un pico el primer fin de semana pero luego menguó, a más tiempo en casa mayor posibilidades de cocinar. Además se ahorra.

Los comerciantes, excepto el rubro de alimentos, farmacias y ¡ferreterias!,  no se animan a pensar en el después. El presente ya es intolerable. Los que alquilan ya no saben qué hacer ni cómo afrontar gastos. Un caso, no representativo pero que sirve para medir el ánimo: La semana que pasó, con apenas algunos días de cuarentena, uno de estos comerciantes le devolvió las llaves de un local a su propietario. Anuló el contrato de alquiler, ya había sacado todo. Ni siquiera atinó a renegociar, a charlar los montos. Decidió, emocionalmente, que en el futuro lo que hoy está muy mal iba a estar peor.

Claro está, los problemas no se agotan en este repaso. Hay muchos actores menos visibilizados pero que también están sufriendo el parate. Va un ejemplo, un empresario del rubro servicios que emplea directamente a más de cuarenta personas ya tomó la decisión de no pagar impuestos a AFIP. La prioridad es hoy, para la dirección de la empresa, los salarios de los trabajadores.

Un párrafo que preferimos no escribir pero cuyo contenido está latente en más de una provincia es respecto de la pregunta ¿qué hacemos si no tenemos ni siquiera pesos? En economía, cuando falta un recurso se recurre al similar más cercano. Si no hay pesos argentinos, lo más a mano será algún tipo de bono. Bono es la palabra maldita. Esos papeles en la calle carecen de valor. Para tranquilizar podemos agregar que es una evaluación, lejana aún. En principio, Nación auxiliará a los estados provinciales.

Estas disyuntivas de los empresarios, emprendedores -pequeños y medianos-, y de los comerciantes tienen un correlato directo en los funcionarios de los gobiernos que están aguzando la creatividad para priorizar recursos y esfuerzos primero para los que están más cerca de la lona. Algo sí se repite como un mantra en la administración provincial y en las de los municipios: toda política será coordinada y nada haremos en las administraciones inferiores que primero no se decida y comunique desde Nación. En la hora de los médicos, están aprendiendo de ellos: ser quirúrgicos, precisos, utilizar recursos primero en donde sea estrictamente prioritario.

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