Un repaso, mediante el análisis de la fórmula del PBI, de la economía argentina y la preponderancia que le da cada espacio político a cada sector.
Por Exequiel Flesler
Un chiste sobre economistas dice que ante cualquier pregunta, si estos no comienzan su respuesta con un depende no se trata de un verdadero economista.
Una opción fácil para entender hacía dónde apunta cada modelo económico, suele decir el analista Carlos Seggiaro, es observar a que componente del Producto Bruto Interno (PBI) privilegia, o pretende privilegiar, cada grupo político cuando le toca hacerse cargo de la administración del Estado.
Primero, ¿Qué es el PBI?
En una fórmula
PBI = C + I + G + (X-M)
En un párrafo
La C pertenece a Consumo, que puede ser tanto privado como público. La I a Inversión, que es tanto la acumulación o reposición del capital productivo y la construcción, como la variación de los stocks o inventarios. La G, el Gasto hace referencia a la inversión o gasto público, el del Estado.Y las Exportaciones netas, es decir, lo que se exporta menos lo que se importa (X-M) de bienes y servicios.
El Consumo fue el baluarte del kirchnerismo. Fomentar el crecimiento de la economía vía consumo, sobre todo, aunque no solo, consumo popular. Fue lo que se conoce como “calentar la economía”. Esto, desde una presectiva macrista, genera inflación. Entonces, había que desincentivarlo. Síntesis: el consumo es K.
La Inversión no parece ser un área a la que la Administración Macri le dé, en los hechos, importancia. Con tasas altas y posibilidades de financiamiento casi imposibles, ¿quién invierte hoy? La Inversión M es baja. Si una abre su ventana e intenta ver la lluvia de inversiones, esta nunca llegó. La Inversión K no fue una cosa de locos, pero fue algo.
El Gasto público debe tender inevitablemente a la reducción. Lo propone, lo ordena, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y es la doctrina preferida del Pro. Aunque, en campaña y hasta, si hay segunda ronda, el 22 de noviembre se seguirá espoleando la economía con Ahora 12, créditos de ANSES y otros anabólicos. Bueno y malo al mismo tiempo. Bueno porque es un alivio, malo porque mañana habrá que pagarlo. Otra parte del gasto, la obra pública, esta hoy en niveles bajos. Síntesis: el gasto público también es K.
Las Exportaciones prometen crecer. Serán, si todo sigue bien, las del sector agropecuario, casi el único privilegiado del modelo. Una mala, el tipo de cambio retrasado demora liquidaciones. Las Exportaciones son, o debieran ser, M.
Las Importaciones (que restan a la ecuación) fluctúan de acuerdo al tipo de cambio. Pero, sin dudas hay un plan para especializarse en lo competitivo (agro, algunos servicios, energía) y el resto importarlo. Síntesis: Las importaciones (al menos aspiracionalmente) son M.
En resumen, el kirchnerismo privilegió el consumo interno, la inversión pública, trató de exportar y desincentivar las importaciones; el macrismo desde el vamos frenó el gasto, retrajo el consumo, pretende exportar e incentiva las importaciones.
La economía argentina en un párrafo:
Altos niveles de pobreza; desocupación moderada (10,1%), para el nivel de estancamiento y caída de la inversión, pero con número alarmante de precarización; no crecimiento de la economía y altas tasas de inflación. A esto debe sumársele una preocupante deuda en dólares.
La pregunta que surge sin esfuerzo es ¿Qué hará Mauricio Macri y qué Alberto Fernández si ganan las elecciones?
Si gana Juntos por el Cambio, la promesa es continuar con lo que se viene haciendo y terminar lo que se intentó pero no se pudo por flaqueza política. A saber, reforma laboral, previsional e impositiva.
Si gana el Frente de Todos, ¿qué va a hacer Alberto? Acá la cosa se pone más difícil. Si bien hay promesas de incentivar el consumo, plata para nestorismo no hay. Discutir un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) más que una premisa es una realidad que se impondrá.
La pregunta del título: ¿Qué va a pasar con la economía? Depende.
