ER Diario
09/12/2020

Un año complejo

Columna de opinión de la diputada provincial Gracia Jaroslavsky (UCR).

Por Gracia Jaroslavsky

Estamos finalizando el primer período de sesiones ordinarias de la Legislatura entrerriana y el primer año del segundo mandato del contador Bordet.

A modo de balance propio y ajeno debemos decir que ha sido un año diferente a todo cuanto conocíamos como normalidad, de manera que no me atrevería a juzgar. Considero que la responsabilidad política y social nos impone en esta hora observar.

De esa mirada y siendo consecuente con mi visión de siempre mirar lo positivo en primer lugar, este año estuvo atravesado por un gigante cisne negro que nos ha regalado una nueva conciencia, más arraigada en el aquí y ahora, más contemplativa, más compasiva, menos material.

Nos ha traído también miedo en estado puro, miedo a la muerte, a la enfermedad, a la incertidumbre.

Nos ha puesto en el camino de una pregunta esencial a toda existencia: ¿Para qué?

¿Para qué hago lo que hago?

¿Para qué pienso lo que pienso?

¿Para qué vivo como vivo?

En las respuestas a esas preguntas quizás cada quien encuentre una nueva forma de vivir la vida.

Una nueva forma de relacionarnos con los demás y una nueva manera de forjar los vínculos con nuestros afectos.

Todo ese aprendizaje debe ponerse en valor e instarnos a modificar las conductas viejas, el anacronismo que estanca todos los ámbitos de la vida: las relaciones, el trabajo, las profesiones.

Especialmente la política tiende a arraigarse en prácticas conocidas: quienes nos dedicamos a ejercer la política solemos creer que se debe actuar y decir en función de la conquista de la opinión pública, sin advertir que la única conquista posible es ser uno mismo siempre ante cualquier circunstancia.

Esta pandemia ha obrado un fuerte cambio o por lo menos nos está empujando a cambiar visiones, conductas, reacciones en ese tránsito y, sin tener aún la perspectiva necesaria para evaluar, sí hemos podido observar que los gobiernos han tenido que adaptarse a un nuevo tiempo.

Los gobiernos han tenido que adaptar rápidamente los resortes del Estado a una situación nueva, teniendo como primer objetivo asegurar la atención médica de todas las personas.

Por supuesto que con el diario del lunes tenemos otras perspectivas, pero la reacción primera fue la de armar un sistema de salud adecuado a la posible demanda. Sistema que, a excepción de las ciudades más importantes de país, era absolutamente insuficiente y vulnerable, y en Entre Ríos en particular era y sigue siendo muy deficitario: no era la salud pública una prioridad antes de la pandemia y, si miramos el nuevo presupuesto, tampoco lo es para el 2021.

El trabajo legislativo en aislamiento tiene un resultado positivo: la presencia virtual de los legisladores en las comisiones ha sido altísima. Salvo la insustituible presencialidad en las sesiones que, a la hora del debate y el control de rigor del reglamento lo virtual se vuelve al menos un escollo, se trabajó mucho y bien; con iniciativas importantes y trascendentes como la Ley de Paridad de Género y la de Cannabis Medicinal, que si se aplica como corresponde puede significar mucho en materia social, productiva y de desarrollo económico para la provincia es la ley de cannabis medicinal.

Por supuesto, como todo oficialismo de la vieja política y a pesar del relato de amplitud, respeto y consensos a las minorías parlamentarias, pocas iniciativas nuestras fueron consideradas, de importancia ninguna.

De este modo, no se trató mi iniciativa sobre una nueva Ley de Humedales e Islas, que es imprescindible; tampoco el proyecto de educación emocional, fundamental sobre todo para abordar la nueva normalidad que debemos aprehender; y ni siquiera se consideró la posibilidad de evaluar la necesidad de garantizar conectividad gratis al colectivo educativo, otra necesidad básica no difícil de gestionar mediante convenios con las empresas proveedoras.

En fin, salvo el proyecto de paridad de género que fue incorporado y tratado junto con el proyecto oficial en la Banca de las Mujeres, el resto de las propuestas que presenté como legisladora quedaron en los cajones de las comisiones a espera de mejores ánimos el año próximo.

No quiero dejar de resaltar el trabajo de todas las mujeres de la Banca de Mujeres, Género y Diversidad, que durante todo el año abordó una intensa tarea para tratar iniciativas de protección, reivindicación y cuidado de la mujer. En este sentido, mi reconocimiento a todas en el nombre de su presidenta, la diputada Mariana Farfán.

Respecto del primer año de este segundo mandato de Bordet, a mi juicio ha perdido una excelente oportunidad de plantear las reformas estructurales que necesita la provincia para intentar al menos en algunos años dejar de administrar solo pobreza.

No se atreve a proponer una reforma necesaria al sistema jubilatorio, no tiene la habilidad o el interés de una reforma tributaria. No tiene la encarnadura o el apoyo político para la reforma del sistema electoral, ni hablar de la mínima posibilidad de una reforma de Estado que lo haga eficiente y competitivo, con un funcionariado de carrera que acceda por concurso y todo lo que hace falta para modernizar el Estado en la era digital.

Un párrafo aparte que merece reconocimiento es el activo rol de la vicegobernadora Laura Stratta, que transformó el rol histórico de los deslucidos vicegobernadores de Entre Ríos hasta la fecha y se involucró en toda la política del gobierno, además de la agenda intensa de género que propició desde la Vicegobernación de la provincia.

En suma, un año distinto difícil pero muy interesante para observar y aprender. Pandemia de por medio todos hemos perdido: los más vulnerables fueron contenidos por el Estado, la clase media atraviesa su peor crisis, muchos se cayeron del tren, otros quedaron en la estación, hubo alta inflación, recesión. Sin política de estímulos fiscales y sin “una visión”, sin dudas la gran franja del medio de la Argentina, la que nos ha constituido como país, ha sufrido un severo golpe. Hoy nos parecemos más a la Latinoamérica de la inequidad y la brecha, pero nuestra idiosincrasia puede aún salvarnos sí y solo si elegimos un camino posible.